martes, 14 de febrero de 2012

Las primeras Navidades con Javier (part2)

buff... vamos a intentar relajarnos que nos quedan 10h de viaje hasta Amsterdam.

Una vez sentados, me di cuenta que con tantas carreras no nos había dado tiempo pararnos para comprar agua para los bibes aunque llevábamos un par de los ya preparados pero no eran suficientes. Les pedimos un par de botellas de agua a las azafatas y nos dijeron que sólo eran para los de primera clase, pero como eran para Javier pues nos daban un par de ellas... hombre, ¡muchas gracias, que detalle! Las azafatas de aire de DELTA son bastante rancias y había una sobre todo que estaba loca, no paraba de hablar alto aun a pesar que estaba el avión a oscuras, además no llevaba el uniforme como las demás, los pelos sin peinar, maquillada como una puerta... Vamos que aunque en tierra se portaron excelentemente en aire dejan mucho que desear.

Javier se porto bastante bien durante el vuelo. Cuando veíamos que se aburría, Carlos le cogía se lo ponía en la mochila y a pasear pasillo arriba, pasillo abajo. El peque feliz porque como es un cotilla se iba fijando en la gente como dormía, miraba y miraba, balbuceaba como si nos quisiera decir qué hace tanta gente aquí y porqué duermen.

Dimos un par de cabezadas pero no más de 20 minutos cada una. ¡Cómo cambia la historia cuando viajas con niños!

Como una hora antes de llegar a Amsterdam, me dio por mirar las tarjetas de embarque del siguiente vuelo y me di cuenta que mi tarjeta de embarque no estaba. ¡Mierda! Se la quedo la azafata del embarque. ¿Y ahora que tenemos que hacer? ¡Dios mio no pueden haber más complicaciones!

A la salida del avión estuvimos esperando que nos dieran el cochecito de Javier pero lo habían facturaron, si ya íbamos cargados ni te cuento con el niño aúpa. Así que cargados como burros y llevando al peque agarrado a la cintura, parecíamos gitanos.

Entre una cosa y otra sólo teníamos una hora para llegar al otro avión, nada más salir del finger nos encontramos con una azafata de KLM a la que le comentamos que no tenía mi tarjeta de embarque para el siguiente vuelo y no nos supo contestar aunque nos aconsejo que lo preguntáramos más adelante en Atención al Pasajero. ¡Habíiiia unaaa colaaaa! Pasamos.

El tiempo se nos echaba encima, íbamos casi a la carrera que no pudimos disfrutar de la parte comercial del aeropuerto que estaba decorado con motivos navideños, con un árbol incluído. Javier iba dando botes, las piernas no paraban, miraba todo, su cabeza giraba a un lado y al otro, tan feliz. La gente le sonreía y él aún mas contento todavía.

A todo esto, teníamos que pasar el control de pasaportes que no os podéis imaginar como estaba como se notaba que era vísperas de Navidad porque aquello era impresionante. Después de esperar más de 15 minutos, llegamos al control, enseñamos los pasaportes y voila, Javi tiene su primer sello.





Después de desnudarnos y pasar los bultos, nos fuimos corriendo a la puerta de embarque porque nos faltaba 5 minutos para embarcar... como no, era casi en la última puerta. Una vez que llegamos, vimos que la gente estaba haciendo cola para embarcar, deje a Carlos con todo y retrocedí donde había unas maquinas para sacar de nuevo la tarjeta de embarque. Después de esperar que terminara un grupo de japoneses, introduje mis datos pero no me dejaba sacar de nuevo la tarjeta, así que corre que te corre de nuevo a la puerta de embarque... asfixiada le digo a Carlos que fueramos directamente al mostrador  que nos ayudaran las azafatas de tierra. Mira que las familias con bebes tienen preferencia a la hora de embarcar, pues aún así la gente no nos dejaba pasar y como con esas cosas tengo muy mala leche, fui empujando y pidiendo perdón, vamos a la francesa.

Nos aproximamos al mostrador y en cuanto nos vieron los de KLM les dijeron que nos dejaran pasar y les contamos nuestra fantástica historia. No nos pusieron ningún problema y  además ¡¡¡nos dieron 3 asientos!!! ¡Qué guay estuvo! así pudimos viajar mucho mejor.